miércoles, 2 de mayo de 2007

Y el teléfono no suena...

Hace ya varios años vi. una serie de animación japonesa que me impresionó por la complejidad psicológica de sus personajes y lo intrincado de su trama. Esa serie se llamaba Evangelion y hasta ahora no he encontrado una serie que me brinde elementos con los cuales me haya identificado tanto como aquella. Hago referencia a esto porque uno de los títulos de los capítulos de esa serie me impresionó en ese entonces por su originalidad, pero recién ahora comprendo en toda su dimensión su maestría y la profunda relación que tiene con como me siento actualmente. El título de ese episodio era “… y el teléfono no suena”. Recuerdo haberme dicho “Y ¿Qué carajo es esto?” cuando vi el título del episodio. Bueno, en realidad cuando lo escuché en la versión doblada del entrañable y recordado canal de cable Locomotion. Recuerdo que el capítulo se centraba en el personaje principal de la serie, Shinji Ikari. Se lo veía cabizbajo en medio de un metro absorto del mundo que lo rodeaba gracias a un walkman. Finalmente, recuerdo que Shinji aparecía en su casa haciendo lo mismo, escuchando música a través de su walkman y mirando al techo. Luego miraba a su teléfono fijo. No decía nada, sólo lo miraba. Recién ahora entiendo lo trascendente de esos gestos y su significado. Cuando sientes el vacío de la existencia, cuando te aferras a una cama como a una tabla en medio del océano, entonces buscas desesperadamente algo que te haga sentir vivo, algo que te haga, al menos por un instante, olvidar tu soledad y sentirte parte de algo. En esos momentos, buscas a alguien, a quien sea, alguien que se nos acerque y nos demuestre que estamos equivocados, que no estamos solos, que sí le importamos a alguien, que alguien nos puede querer, que alguien puede desear hacernos compañía. Y en eso miramos al teléfono, esperanzados, desesperados, desilusionados, resignados… Y es que el teléfono no suena...