viernes, 13 de abril de 2007

Viernes 13

Es viernes, he quedado con unos amigos en tomar unos tragos en un bar de Lima. Las expectativas de la noche son casi nulas. Como dice la letra de una canción de Lali Puna, es como una película B en donde a cada instante sabes que es lo que va a suceder a continuación. Llegaré unos 15 ó 20 minutos tarde como buen peruano. Buscaré a mis amigos, los saludaré, en caso ya hayan llegado y me sentaré en alguna de las vetustas sillas del bar. Pediré una cerveza, Pilsen, por lo general, y conversaré lo más animadamente posible sobre mis miserias laborales, mis fracasos amorosos y mi sombría percepción de mi futuro.

"Salud, chochera, salud, contigo"

Escucharé historias, daré opiniones, provocaré risas, emitiré algunas y la noche seguirá su curso. Recordaré los tiempos en que 15 años menores, con mis amigos descubriamos la universidad. Tiempos en que eramos inocentes, en que bajo nuestra actitud de chicos inconformes, se alojaba la esperanza por un futuro lleno de aventuras, de nuevas experiencias y éxito.

"Dos más tío"

Soñaremos como antes, como siempre, en lo que bacán que sería encontrarnos en un bar en Europa. Y no lo decimos, pero también en lo bacán que sería que en dicha reunión nos acompañarán nuestras respectivas parejas. En suma, nos refugiaremos en la esperanza atizada por el alcohol de poder realizar nuestros proyectos, de saciar nuestros vacíos, nuestra sed de amor e imaginar, aunque sea, por un instante que eso que llaman felicidad, también puede ser un paradero al que estamos próximos a arribar.

miércoles, 11 de abril de 2007

Escribir

Escribir es dolor. Al menos para mi. No solo por el manoseado rollo patético que reza que todo es dolor y que escribir es una forma de expresar nuestro dolor y que cada palabra que redactamos es una suerte de latigazo que masoquistamente nos endilgamos en busca de botar la mierda que llevamos dentro. No, no me refiero a eso. Escribir es dolor, al menos para mi, porque me cuesta escribir, me duele escribir. No es algo natural en mi, no soy de esas personas que se vanaglorian de escribir todos los días y en extenso textos diversos. Yo no. A mi me cuesta escribir. Entonces, ¿Por qué decir que escribir es dolor y no simplemente que me cuesta escribir o no me sale con naturalidad? Pues porque me gusta la idea de expresar mis ideas, sentimientos, opiniones, creencias y experiencias mediante textos. Soy como el amante de la música que no puede o le cuesta crear música y sufre por ello. Si no escribo, al menos ahora, sufro porque siento que no expreso las cosas que me agobian o me desbordan; pero el proceso es lento, penoso, doloroso y, muchas veces, frustrante.
En suma, amo la escritura, no escribir. Amo el resultado, no el proceso.