miércoles, 11 de abril de 2007

Escribir

Escribir es dolor. Al menos para mi. No solo por el manoseado rollo patético que reza que todo es dolor y que escribir es una forma de expresar nuestro dolor y que cada palabra que redactamos es una suerte de latigazo que masoquistamente nos endilgamos en busca de botar la mierda que llevamos dentro. No, no me refiero a eso. Escribir es dolor, al menos para mi, porque me cuesta escribir, me duele escribir. No es algo natural en mi, no soy de esas personas que se vanaglorian de escribir todos los días y en extenso textos diversos. Yo no. A mi me cuesta escribir. Entonces, ¿Por qué decir que escribir es dolor y no simplemente que me cuesta escribir o no me sale con naturalidad? Pues porque me gusta la idea de expresar mis ideas, sentimientos, opiniones, creencias y experiencias mediante textos. Soy como el amante de la música que no puede o le cuesta crear música y sufre por ello. Si no escribo, al menos ahora, sufro porque siento que no expreso las cosas que me agobian o me desbordan; pero el proceso es lento, penoso, doloroso y, muchas veces, frustrante.
En suma, amo la escritura, no escribir. Amo el resultado, no el proceso.

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